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Un mapa de riesgos de violencia es una herramienta que nos permite identificar elementos relacionados con la violencia a la Infancia y Adolescencia en nuestro espacio y plantear medidas para prevenirla o actuar (Planes de prevención de riesgos).

La realización de estos mapas la podemos encuadrar dentro de la política de protección interna a la Infancia y Adolescencia, del proyecto como espacio seguro, del plan de convivencia, contra el racismo, contra la violencia de género,  para el Bienestar Emocional…En coherencia con lo requerido por el Enfoque de Derechos de la Infancia, la agenda 2030, leyes como la LOPIVI, la LOMLOE, la ley de Deporte y otras.

Cuando realizamos mapas y planes de prevención, analizamos factores de riesgo (y de protección) de violencia entre iguales, de las personas adultas de nuestro centro hacia menores de edad, de la propia estructura y dinámica institucional

Y tenemos en cuenta diferentes tipos de violencia: física, emocional, sexual, negligente, estructural… Tanto en el medio offline como online.  Y prestamos atención tanto a la violencia más concreta, fácil de ver, “destacada”, “como a la más escalada”… o  violencia indirecta, implícita, indirecta, camuflada, “normalizada”, en los primeros peldaños de la escalera de la violencia…

Podemos hacer estos mapas de nuestra entidad en general, de los espacios físicos, de una actividad, de una asignatura, de una dinámica habitual, de una salida exterior y dentro o fuera del horario “tipo” (autobús, comedor, extraescolares…)

La figura Coordinadora de Bienestar o Delegada de Protección tendrá un papel fundamental en el impulso de la elaboración de mapas y planes de prevención de riesgos junto con alguna comisión y todo el personal. Los niños, niñas y adolescentes y las madres y padres también deberían participar a través de una consulta, contraste o construcción conjunta (cuestionarios, comisiones focales, consejos y grupos de escucha, dinámicas concretas que facilitan la toma de consciencia y la detección …). Incluso personas o entidades con las que colaboramos de forma habitual y pueden hacer una lectura de nuestros espacios desde una mirada más externa.

Hay varios formatos, plantillas y dinámicas para realizar mapas y planes de prevención de riesgos, incluidas las adaptadas a menores de edad. En general se van analizando riesgos teniendo en cuenta: tipo de riesgo, posible violencia implicada, probabilidad de que ocurra, impacto si ocurre, y en los planes de prevención, incluiremos las medidas a adoptar, indicadores de mejoras, personas-equipos implicados… En la web del programa Tratuon www.tratuon.org puede encontrarse una guía con parámetros a tener en cuenta para ello, un cuestionario online de diagnóstico como entorno seguro y la posibilidad de contactar para preguntar por herramientas.

Algunos riesgos tendrán que ver con nuestra falta de consciencia sobre ellos, otros con hacer cosas inadecuadas, otros con que no hacemos cosas necesarias y otros con que no sabemos aún hacer algunas cosas del todo bien.   Habrá factores con aspectos más “controlables” e internos y otros más externos o “incontrolables”.

Hacer mapas de riesgos de los espacios físicos nos puede ayudar, por ejemplo, a detectar puntos “negros” en los que puede haber más probabilidad de violencia. Por ejemplo, baños, vestuarios, rincones “ciegos” de patios, zonas oscuras de pasillos… pueden aparecer con cierta frecuencia en los mapas de riesgos.  Las medidas pueden tener que ver con reformar baños, cambiar situación o elementos de vestuarios, poner más iluminación, tener más vigilancia…

Los mapas también nos ayudan a tomar consciencia de que determinados modelos de disciplina, modelos estandarizados de ritmos-tareas-actividades, el estrés y el desbordamiento emocional del personal, una comunicación ineficaz, la falta de protocolos preventivos de gestión de conflictos…pueden llevar a violencia en forma física, emocional o negligencia. En este caso, va a ser muy interesante la toma de consciencia de la violencia en sentido amplio. La violencia no es sólo generar un daño sino también impedir el desarrollo del bienestar y las potencialidades. Medidas a adoptar en estos casos: códigos de conducta para el personal, formación en competencias, plan de detección y actuación ante riesgos laborales psicosociales, refuerzos en contextos muy conflictivos, planes reales de atención a la diversidad, espacios de acompañamiento y contraste…

Si hacemos salidas fuera, abrimos las instalaciones a la comunidad, colaboramos con entidades en extraescolares, colonias de día o proyectos comunitarios, o contratamos servicios externos, hay que “asegurar”, “pedir” o “tener en cuenta” la realización de mapas y planes de prevención de riesgos y códigos de conducta para esas situaciones también.

Realizar mapas y planes de prevención de riesgo, es una tarea que nos va a requerir dedicación y atención, y que además necesita una actualización continua. Pero es una herramienta esencial para detectar y prevenir la violencia en nuestra entidad. Os animamos a ir poco a poco desarrollándolos y ampliándolos. Y si necesitas ayuda para realizarlos no dudes en pedírnosla a Tratu on.